La vida después del virus: reproducción social en un mundo post-pandémico

[publicado en HerramientaWeb, 29, Junio 2020]

La vida después del virus: reproducción social en un mundo post-pandémico*

Esta no es simplemente otra crisis capitalista

La pandemia del COVID-19 nos es tan solo otra crisis sanitaria u económica. Es fundamentalmente una crisis de la reproducción social y el trabajo de cuidados. Los hospitales y centros de cuidados están siendo empujados a sus límites por aquellxs afectadxs por el virus. El trabajo reproductivo en los hogares y comunidades está siendo intensificado, siendo las mujeres las que otra vez cargan con ese peso. En territorios dependientes y en las periferias de las grandes ciudades alrededor del mundo, las redes comunitarias para la provisión de agua, comida, cuidado de niñes y otras necesidades básicas son puestas a prueba, y usualmente desbordadas por millones en riesgo. Lo que está en cuestión es cómo nos cuidamos entre nosotrxs y cómo asumimos el hecho de que somos seres frágiles. La vida en el planeta tal cual lo conocemos está al borde de una transformación radical. La pregunta de Rosa Luxemburgo nuevamente aplica: podremos transformar este tiempo en un momento para la revolución, o seremos incapaces de evitar caer en un nuevo barbarismo.

Ésta es la primera pandemia global provocada por el desarrollo descontrolado de las relaciones de producción capitalistas, patriarcales y racistas. No podemos comprender su significado a menos que la entendemos la entendamos como una crisis surgida de las contradicciones dentro del actual sistema de producción y reproducción social. El virus es el resultado del desplazamiento de los animales de sus hábitats naturales, la destrucción de las plantas y la acumulación de animales para la producción de alimentos en ambientes no saludables. Ha sido también resultado de una forma de vida que amontona a las personas en megaciudades, apretadas en subterráneos, trenes y colectivos, confinadas en fábricas, oficinas, escuelas y prisiones. Todo esto es causado por la destrucción del metabolismo de la naturaleza a causa de la reproducción ampliada del capital como relación social dominante. La reproducción social se encuentra crecientemente mediada por la mercantilización y el trabajo abstracto. En un mundo mistificado en torno al espectro del dinero y el valor, el trabajo de cuidados está siendo llevamos a sus límites más básicos.

La economía política de la enfermedad

El capitalism tal cual lo conocemos está atravesando lo que probablemente sea un cambio trascendental. La actual pandemia del COVID-19 es el más reciente desarrollo de su crisis civilizatoria, con efectos en cascada alrededor del mundo. Expresa la ruptura total de un mundo que ha olvidado que la reproducción de la vida está siempre en su centro -aunque el capital no lo reconozca-. La crisis de 2008 fue una premonición de la crisis del Capitaloceno: la era geológica de la dominación del capital está ahora enfrentando cada a cara a la Tierra.

Escondida en el centro de la crisis está la reproducción social. La destrucción de capital provoca crecientes presiones sobre el trabajo de cuidado y reproducción. Además de los impactos directos de la crisis sobre la salud, las familias están teniendo enormes dificultades para fortalecer sus redes de apoyo al tiempo que las economías familiares implotan. La privatización, reestructuración y financiarización de la vida, el trabajo y el sector público ha debilitado la habilidad de las familias y comunidades para manejar el creciente estrés que proviene de los mercados laborales durante la pandemia.

En esta situación, las mujeres son las trabajadoras de último recurso. La devaluación de la fuerza de trabajo fuera de los hogares se traduce en una creciente superexplotación de la fuerza de trabajo de reproducción y cuidados que es (mal/im)paga y no reconocida. Mientras se consolida la cuarentena, las mujeres tienden a recibir el mayor aumento en la carga de trabajo en la educación remota, el cuidado de niñeces y la organización comunitaria. Asimismo ellas también enfrentan el aumento de la violencia patriarcal en tanto muchas se ven forzadas a compartir la cuarentena con parejas violentas. Son las mujeres las que deben pagar el aumento del precio de los alimentos básicos a la vez que resuelven la supervivencia en condiciones crecientemente hostiles. Ahora nos damos cuenta del costo de la destrucción de las redes comunitarias producto de la mercantilización y el papel clave que tiene la imaginación política en las redes apoyo lideradas por las mujeres.

Nuevamente vez somos todxs keynesianxs

Progresistas o conservadorxs, de izquierda o derecha, el discurso de batalla contra el virus se traduce en políticas de keynesianismo de guerra. Las intervenciones masivas de los gobiernos incluyen políticas monetarias expansivas y transferencias monetarias y subsidios, que son parte de la nueva caja de herramientas de la política económica.

La palabra austeridad ha sido eliminada de los discursos en todo el espectro del sistema político. Los Estados nación otorgan recursos fiscales y expanden sus déficits más rápido de lo que pueden registrar los gastos, en un intento de frenar lo inevitable: un desplome económico de magnitud imposible de predecir.

Redes de seguridad social masivas -algunas tomando la forma de Ingreso Básico Universal (IBU) de emergencia-  consolidan nuevas formas de precariedad que se han expandido bajo el velo del trabajo a domicilio (home-office) y remoto (online). Trabajar 24/7 se convierte en la nueva normalidad para muchxs empleadxs, mientras recortes salariales, despidos y suspensiones proliferan en la medida en que la crisis se profundiza. En esta crisis hay un impacto brutal sobre las mujeres y/o migrantes que trabajan, precariamente en general, precisamente en aquellas actividades que están siendo aplastadas (trabajo de cuidado, en ventas, y turismo).

En muchos países, los Estados están ahora pagando parcial o totalmente los salarios o gastos tales como alquileres de trabajadorxs del sector privado. Así, el Estado capitalista está directamente subsidiando las ganancias empresarias, mientras las caídas en salarios y empleo son sólo parcialmente compensadas por estas transferencias. Al mismo tiempo, la multiplicación de las aplicaciones y tecnologías en línea, implementadas sin regulación ni debate político, se expanden en nuestras vidas como nuevas formas de superexplotación y supervisión. Los Estados y sociedades dependientes hacen una entrada acelerada par force en el capitalismo de plataformas. Esto no es la concreción del sueño del IBU y la automatización general de la producción, sino un nuevo camino cuesta abajo para las mayorías.

En Nuestramérica, y otras regiones del sur global, la pandemia se ha convertido en la excusa perfecta para un creciente control social, especialmente en los ‘puntos calientes’ en los barrios populares. La reproducción social y de cuidados auto-organizada esta en el centro de la insurrección social en los bordes. Es en estos territorios donde el pueblo trabajador se organiza colectivamente para resolver su propia reproducción al tiempo que pergeña las luchas para el cambio social. Convenientemente para el Estado capitalista, la crisis perturba la circulación de la resistencia en el centro de la vida.

Mientra tanto, la intervención estatal se está convirtiendo nuevamente en un instrumento para la desactivación de la organización colectiva. En esta crisis general, el Estado capitalista dependiente reactualiza su lado más represivo. Las fuerzas de seguridad recuperan el control de las calles y los movimientos sociales son estigmatizados en Chile, Hong Kong, Líbano o Haití. La luchas contra el ajuste en la seguridad social y los salarios, la megaminería o los feminicios, han sido conducidas bajo tierra pues la cuarentena obligatoria dificulta las movilizaciones masivas.

La democracia formal ha perdido toda su esencia, particularmente en Nuestramérica. El debate y la participación política han sido suspendidos o realizados en línea. Mientras tanto, la organización política en el territorio continúa siendo una parte sustancial del trabajo de reproducción social, cayendo en el cuerpo de las lideranzas femeninas, muchas veces ocultas detrás de las formas patriarcales que aún operan en muchos movimientos sociales.

Imaginación política para encontrar una salida popular a esta crisis

¿Tenemos que elegir entre salvar la economía o nuestra salud? ¿Debemos favorecer la vida frente a la producción? ¿Son estas las preguntas relevantes en esta coyuntura?

Esta es, más que nada, una crisis de cuidados y reproducción o, en otras palabras, una crisis de vida o muerte. No hay economía (capital) sin el cuidado de su mercancías más preciada: nuestro fuego vital.

La pandemia y la crisis que la acompaña han puesto a la vista al necesidad de una revolución en la organización de la provisión de las actividades fundamentales de cuidado y reproducción. No para mantener la capitalismo funcionando sino para llevarlo a su colapso. Necesitamos transformar esta crisis de cuidados en una crisis que nos lleve más allá del capital.

El movimiento ecofeminista hace tiempo ha colocado el trabajo de reproducción en el centro de su praxis más radical. Mientras el Capitaloceno se fractura, los movimientos populares tenemos la necesidad de impulsar de una transformación radical en la organización social. Menos trabajo, mejor pago, menos consumo y menos destrucción sin sentido de la naturaleza, más tiempo libre y más cooperación social sin la mediación del capital por medio del dinero: ésto es clave para la constitución de una nueva articulación social que ubique en su centro la reproducción de la vida libre de alienación y violencia.

La cuestión no es simplemente destruir todas las mediaciones. Necesitamos luchar para crear nuevas formas de trabajo social donde nosotrxs controlemos esas mediaciones. Con el trabajo de reproducción y cuidados en el centro de la política, las personas pueden y deben crear nuevas instituciones. No podemos detenernos nada más en un Green New Deal que ponga al Estado capitalista otra vez en medio de (o peor, sobre) la organización popular. Por el contrario, necesitamos forjar un proceso de recomposición política de las clases trabajadoras para construir nuevos comunes anti-capitalistas, feministas, y anti-racistas. Este proceso de comunizar nos proveerá nuevas formas de vivir y trabajar juntxs, en equilibrio con la naturaleza. Los movimientos sociales, gente organizada en la base y en sus territorios vitales, hace tiempo vienen desarrollando alternativas a la organización capitalista de la reproducción y el cuidado; veamos los ejemplos de las Zapatistas en Chiapas, las mujeres Kurdas, o las Piqueteras en Argentina. Necesitamos poner estas prácticas en la primera línea del debate para una transformación radical. La organización colectiva es parte de la solución mientras que el Capital y su Estado claramente son parte del problema.

* Esta es la traducción (más o menos fiel y con leves cambios) de un texto recientemente publicado en inglés en Futures of Work con el título de Life after de virus: Social reproduction in a post pandemic world.

** Mariano Féliz, 12 de Junio de 2020. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS) / CONICET-UNLP (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad Nacional de La Plata). Investigador del International Research Group on Authoritarianism and Counter-Strategies (IRGAC) de la Rosa Luxemburg Stiftung de Berlín. Activista de la Colectiva en Movimiento por una Universidad Nuestramericana (COMUNA/FPDS-CN) e integrante de la Sociedad de Economía Crítica de Argentina y Uruguay. marianfeliz@gmail.com / https://marianfeliz.wordpress.com/

Intervención de Vicentín: Too big to fail? Algunas certezas, varias preguntas

Intervención de Vicentín: Too big to fail? Algunas certezas, varias preguntas

  1. El gobierno nacional decidió la intervención y posible expropiación del Grupo Vicentín. Es decir, reemplaza la gerencia por representantes del Estado Nacional, y propone al Congreso que apruebe dejar sujeta a expropiación la empresa. De llevarse adelante la misma, Vicentín se transformaría en una sociedad anónima con mayoría accionaria del Estado Nacional.
  2. Esa decisión tiene una motivación inmediata: evitar un conflicto de magnitud en la provincia de Santa Fe, donde casi 3000 empresas productoras agropecuarias venden su producción a distintas empresas de Vicentín. Además, trabajan en empresas del grupo cerca de 6000 trabajadorxs de manera directa.
  3. La expropiación significará que el Estado absorberá la deuda de más de 1300 millones de dólares que la Vicentín tiene con el sistema bancario y financiero, fundamentalmente con la banca estatal.
  4. ¿Vicentín era Too big to fail (demasiado grande para caer)? Esto no parece una política de salvataje a empresas en quiebra: ¿cuántas están quebrando en estos meses sin que el Estado intervenga?
  5. ¿Cuánto costará la expropiación? ¿Quién se sacá un problema de encima: Vicentín o el gobierno?
  6. Vicentín recibió créditos aparentemente de forma irregular por parte del Banco Nación. Hay una investigación en curso. Ahora, ¿se avanzará en las responsabilidades penales concomitantes?
  7. A través de varias empresas del grupo, Vicentín fue uno de los principales aportantes a la campaña de Cambiemos en 2019. ¿Aportó algo a la campaña del Frente de Todxs?
  8. El grupo tiene empresas en diversos rubros vinculados al procesamiento de producciones primarias, pero es -fundamentalmente- una gran exportadora en el complejo sojero. Está en el top 5 de las grandes exportadoras de commodities agropecuarias. En 2019, Vicentin fue la primera exportadora de aceites y subproductos de soja y girasol: 7425 millones de toneladas.
  9. Produce alimentos, sí. Pero sobre todo, produce dólares. El 85% de sus ventas son exportaciones. Sus exportaciones representan entre el 5 y 10% de las exportaciones del agronegocio del país. Controlar esta empresa es controlar de manera directa una buena porción de la oferta de dólares.
  10. YFP -a través de YPF Agro– pasará a controlar Vicentín. Energía, petróleo y agro se juntan en la producción de agrocombustibles y agrotóxicos. Vicentín es una gran jugadora en este rubro de producción/exportación.
  11. ¿La nueva Vicentín puede ser el mascarón de proa de la Soberanía Alimentaria? En el anuncio oficial, se usó varias veces el término. ¿Puede una empresa líder del agronegocio de exportación fortalecer la producción de alimentos sanos, abundantes y baratos para nuestro Pueblo? El nuevo director interventor no auspicia ese camino.
  12. ¿Vicentín es la nueva YPF? ¿Qué se ganó con la re-estatización de la petrolera? ¿Soberanía energética? ¿Cambió la matriz de producción y consumo de energía? No, se avanzó en el saqueo de nuestros recursos a través del fracking y seguimos subsidiando a las petroleras transnacionales.

Mariano Féliz, 9 de junio de 2020

It’s the end of the world… as we know it. The last capitalist pandemic?

It’s the end of the world… as we know it. The last capitalist pandemic?

Texto breve publicado en el Special Issue: «Pandemic (Im)Possibilities». 45(1), 2 Junio 2020, The Europeran Sociologist (https://www.europeansociologist.org/index/author-index/mariano-f%C3%A9liz)

The world is undergoing what will probably be a trascendental change. Capitalism has been getting deeper into its civilization crisis and the current pandemic is just its latest development [1]. The 2008 crisis was a premonition of the crisis of the Capitalocene. The geologic era of the domination of Capital is coming to terms with Earth.

This is not just a health crisis, not just another pandemic. It is fundamentally a crisis of care work and social reproduction. What is at stake now is how we take care of each other, how we attend to the fact that we are fragile beings. Life on earth as we know it is on the brink of radical transformation.

We need to understand the political economy of disease. This is a capitalist pandemic. It is for sure the first full blown pandemic provoked by the uncontrolled development of capitalist-patriarchal-racist relations of production. It is the crisis of the current stage of the transnationalization of capital [2]. This virus is the byproduct of capital’s destruction of the natural environment to the end of its own reproduction as dominant social relation [3]. It is the result of the displacement of animals from their natural home and the annihilation of plants, and the result of a way of living that crowds people in megalopolis, stuffed in subways and busses, confined in factories, offices and prissions.

Across the World, governments have responded in an uncoordinated fashion. In fact, the pandemic has put into crisis all pre existing infrastructure and institutions. The post-WWII world has been wounded to death, as is the so-called (post-Reaganite/Thatcherite) New World Order. Lockdown after lockdown, worldwide capitalist production and distribution becomes impossible. Capital valorization falls into the abyss of general devaluation. Global value chains, already strained by increasing tensions, are mortally disrupted [4]. Financial markets receive the full blow of the crisis, as do countries on the lower end of the chains of unequal exchange. Regions exporting primary commodities and basic manufactures see the clouds of capitalist depression closing in fast.

“We are all Keynesians again” is the tag of war of governments all over. Talk of War Keynesianism abound [5]. Mass government intervention-cum-estatization in the health system and all critical industries, expansive monetary policy and cash transfers and subsidies for almost everyone, have become part of the new economic policy toolbox. There’s no more talk of austerity. There are even increasing pressures for increasing taxation on the rich, and of a more or less general debt jubilee for countries. A theoretical battle is being fought between the neoliberal and developmental camps. Critical theory has gained places in the front seats of current issues. Platforms of conservative ideas (such as the Financial Times newspaper or the Economist magazine) cuddle with radical reformism.

Latin America will be heavily hit by the crisis. In the aftermath of the Pink Tide, a new wave of authoritarian politics has consolidated in the region. Progressive politics has been tainted by conservatism, although disguised in a renewal of neodevelopmentalist ideas [6]. The pandemia has become the perfect excuse for increasing social control, especially in ‘hotspots’ in popular neighborhoods. Security forces everywhere have regained control of the streets and social movements after a couple of years in which popular resistance had gained momentum. Struggles against tariff hikes, against adjustments in social security and wages, struggles to stop megamining and femicides have taken another tempo, they have all gone underground as mandatory quarantine bans open mass mobilizations. Democracy has all but lost its essence, particularly in Latin America. Now, political debate and political participation have gone under with the plague.

As we said, this crisis is most of all a crisis of care and reproduction. It has put in the fore the need for a revolution in the organization of the provision of these fundamental activities. The eco-feminist movement has long put reproductive work at the center of its most radical thinking. As civilization seems to fall into a crack, social movements need to push forth the need for a radical transformation in social organization [7]. Less work, more pay, less consumption, more free time, are keys to the constitution of a new social articulation that can put in at the political center the reproduction of life free from alienation and violence. Social movements, people organized on the ground, on their living territories, have long developed alternatives to capitalist organization of reproduction and care. We need to put these practices in the front line of the debate. Collectives are part of the solutions, while Capital and its State clearly part of the problem.

[1] Mészaros, Istvan (2009), The Structural Crisis of Capital, Monthly Review Press.

[2] Delgado, Andrés (2020), “Geopolítica de la pandemia. Coronavirus en el capitalismo global”, March 30th.  http://zur.org.uy/content/geopol%C3%ADtica-de-la-pandemia-coronavirus-en-el-capitalismo-global

[3] Korol, Claudia (2020), “Interview with SIlvia Ribero: ‘No le echen la culpa al murciélago’”, April 3rd. https://www.pagina12.com.ar/256569-no-le-echen-la-culpa-al-murcielago

[4¡ Roberts, Michael (2020), “It was the virus that did it”, March 15th. https://thenextrecession.wordpress.com/2020/03/15/it-was-the-virus-that-did-it/

[5] Roberts, Michael (2020), “ A war economy?”, March 30th. https://thenextrecession.wordpress.com/2020/03/30/a-war-economy/

[6] Féliz, Mariano (2020), “Pandemonium: tiempo de cambiarlo todo”, March 25th. http://zur.org.uy/content/pandemonium-tiempo-de-cambiarlo-todo

[7] Requena Aguilar, Ana (2020), “Amaia Pérez Orozco: ‘Es el momento de garantizar ingresos con una renta mínima, pero a futuro la renta básica no es lo más potente’”, April 3rd. https://www.eldiario.es/economia/Amaia-Perez-Orozco_0_1011399352.html